El cuarto domingo de Cuaresma, es el domingo laetare. Alegrémonos. Pero, ¿alegrarnos porqué? ¿Porqué está más cercana la muerte de Jesús? ¿Porqué está más próxima la Resurrección? Cierto pero hay que pasar por la Cruz.
Pero la razón de nuestra alegría debe nacer de la certeza de la salvación. Dios ama tanto al mundo… que envía a su Hijo a morir en cruz por nosotros, por cada uno de nosotros. A pesar de nuestra pobreza, de nuestra naturaleza pecadora, somos objeto de su gran misericordia. Dios se apiada de nosotros siempre. Solo nos pide que volvamos nuestro rostro hacia el Suyo.
El drama de la Cruz es fuente de salvación. Como el pueblo elegido en el desierto, también nuestro corazón sana al contemplar a Jesús en la cruz, porque nos muestra la inmensidad del Amor de Dios por cada uno de nosotros.
Nicodemo se siente atraído por las palabras y el ejemplo del Señor pero tiene miedo del “qué dirán”. Es un hombre de posición. ¿Y nosotros? También tenemos miedo del que dirán. Hoy hay que ser “modernos”, “políticamente correctos”, pactar con el mundo, no alterar a nadie… Pero bueno. ¡Jesús murió por nosotros! El sí se la jugó. Vivió de acuerdo con la Verdad, buscó la luz. Tuvo miedo pero oró.
Yo… tengo miedo, callo, me escondo. Arreglo la verdad para que nadie se ofenda, aunque sea un poco “gris”. Ni blanco ni negro. Así andando por la vida puedo llegar a olvidarme que Jesucristo, Hijo de Dios, murió en la cruz para salvarme. Puedo llegar a olvidarme que su Amor es tan inmenso que me sale al encuentro cada día, en cada esquina, en todo momento, para acompañarme en el dolor, caminar junto a mí para indicarme el camino y recordarme que ¡TODO LO HACE NUEVO DESDE LA CRUZ!
Sor Mª Trinidad Cabrero
Monasterio de Santa Maria de Refet
SERÓ